sábado, 29 de octubre de 2011

Halloween

Con frecuencia dudo de si quien camina de vuelta a casa por las noches soy yo. En las ventanas de los bares de Cowley Road el vaho desdibuja las siluetas. El ruido de las conversaciones, las copas chocando y esas ventanas medio empañadas me hacen pensar que dentro el calor humano será reconfortante, ahí las personas se arroparán unos a otros en franca amistad. Las universitarias, a quienes cada día las hacen más jóvenes, vienen de frente, algunas ya con los tacones en la mano, se toman del brazo y se vuelven más indestructibles, ni el frío que se mete por debajo de sus faldas las detiene. Otras me rebasan y sus piernas jamás pierden el equilibrio no importa cuán rápido vayan... hay tanta prisa por llegar a la noche. Sin importar cuánto frío esté haciendo, las terrazas celebran sus fiestas de disfraces, una momia de papel higiénico recuenta los invitados de su lista. Todos tienen la prisa por llegar, alguien al lado con quién charlar, el disfraz poco trabajado... la vida se muestra tan intensa que casi adquiere densidad.

Yo también llevaba disfraz esta noche, anduve de fantasma.

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