martes, 27 de enero de 2009

Lunas

Mientras que en oriente la noche ya ha encendido los faroles, sin conocimiento de la hora (es noche ya) el occidente resplandece en una franja que podría ser más amplia si esa gran nube no cubriera casi por completo el cielo.

El autobús se detiene como un equilibrista entre las dos porciones de la tierra, actor involuntario de la alegoría que en sus cristales ha formado. En un juego de reflejos, la luz de los faroles danza de aquí a allá y al instante ha conseguido proyectarse sobre el cielo del este, aún ligeramente claro. Las luminarias, con sus formas de globos, se transforman en mi cristal en cuatro lunas. Cuatro lunas tiene el cielo, lunas tan redondas que derrochan alegría, como si en cualquier momento fueran a tomarse de las manos y comenzar a hacer la ronda.

Otra luna rezagada se mezcla entre las sombras de los árboles secos que hay en ambos lados de la calle. Ramas perfectas la cruzan, por delante y detrás, mi luna solitaria es transparente y sólida, más real que el cristal que de ella me separa.

domingo, 25 de enero de 2009

Un mundo de desesperación

No puedo inscribir mis palabras en la eternidad. Por desgracia para quienes vivimos la vida a través de las palabras, Shakespeare solamente hubo uno y no parece ser que vaya a haber otro, ni que ese otro sea precisamente yo. Así que no podré hablar de otras épocas, solamente de esta, de cual una pequeña franja del espacio me atraviesa, a veces no son más que treinta metros cuadrados de soledad. Pero aquí y ahora, con los ojos bien abiertos, con el espectáculo de banderas que puedo observar desde mi ventana, voy a afirmar que este mundo en el que vivo es un mundo de desesperación.

Es la desesperación, y no la maldad, la reina de este mundo. La veo instalada en los ojos de aquellos que me rodean. Abrazan sus posesiones, sus status, sus trabajos, su pan, temerosos de que sus pertenencias les sean arrebatadas. Y miro también en los ojos de los otros hambre por aquello que piensan que poseo. Se repiten la consigna "Aprisionar todo lo que tengo, arrebatar todo lo que pueda".

Y no sé qué quieran de mí ¿Qué podrían tomar de una semilla secada al sol? Debajo de la corteza no encontrarán ni siquiera carne. Polvo tal vez se levante cuando con las uñas rompan el tegumento. Con las fosas nasales abiertas podrían intentar aspirar los residuos del alma... no saben cuánto lamento no tener nada más para ofrecerles.