jueves, 27 de octubre de 2011

Disociación

Antes era la lengua, ahora se trata de los dedos... en el fondo una parte de nuestra anatomía está siempre adelantándose a la consciencia. No es el caudal de la libre asociación de ideas, del flujo de la palabra emergido del subconsciente... es la prisa por ya ni siquiera movernos a la misma velocidad en que van todas las ideas de la tierra, queremos desafiar a la luz, despedir palabras como neutrinos, decir lo que sea antes que nadie y con absoluta lucidez.

Si mi memoria no alcanza para armar un argumento, establecer un símil, realizar la cita apropiada, que expresen mis dedos la sensación que vibra en mis huesos. Pero incluso mi médula, donde más hondo cala el universo, requiere su tiempo para ella misma verificar que en efecto está sintiendo, que está siendo removida. Y si mi vanidad tanto desea ir por delante de ella, la verdad emanada mis dedos vendrá prefabricada, expresará aquello que imagino siente, intentando equiparar mis percepciones con lo que intuyo será la percepción común, cargada de clichés y de prejuicios. Llegado el momento, mi médula desatendida dejará de vibrar, la parte reflexiva de mis percepciones quedará entumecida. Cuando diga lo que siento y lo que pienso será un mero acto de fingimiento, un intento desesperado por convencerme de que aún soy un ser impresionable.

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