sábado, 9 de abril de 2011

Cadáver

Estuve fuera, no sé, cosa de quince minutos como mucho. Me entretuve paseando por todas las sucursales bancarias de la zona pero ninguno de los cajeros automáticos funcionaba, así que volví antes de lo previsto. Al abrir la puerta, justo en medio de la habitación, encontré el cuerpo sin vida de un mosquito gigante. Primero pensé que esos hilos quebradizos que pendían de su cuerpo eran cabellos marrones, o que el paso de alguna deshilachada prenda, maltratada por la lavadora, había dejado esa madeja a la vista. Pero incluso con mi miopía dos pasos bastaron para desvelar la pareidolia. Aterrorizada, salí al balcón y pedí que llamaran a la policía. Y es que con esas dimensiones de pterodáctilo el corazón salta las barreras de la conciencia y lo contempla como un mamífero hermano. Recibí a los investigadores con una hipótesis: ha sido obra de un antievolucionista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario